lunes, julio 04, 2011

Tron Legacy (2010)

Muchos son los ejemplos que me vienen a la cabeza de películas que flirtean peligrosamente con la frontera entre lo virtual y lo real. Desde la original TRON (1982), de Steven Lisberger, pasando por "El cortador de césped", "Virtuosity", "Nivel 13",  la trilogía comenzada por la excepcional "Matrix" en 1999, hay varios ejemplos sobre el tema.
Montar toda una trama basada en una hipótesis tecnocientífica más o menos creíble hace que todo sea más digerible, pero cuando los fundamentos son de barro aquello no hay por donde pillarlo. Esto último es lo que sucede en TRON, donde su único atractivo reside en dejarse llevar por la fantasía y asistir a un despliegue de efectos especiales memorable. Eso sí, teniendo en cuenta el estilo de la original y ampliándolo. Me extraña  que no la hayan llamado Tron 2.0, ya que el término está tan de moda de unos años a esta parte.

Tron Legacy recupera valiosos elementos visuales de aquella película de culto, como el vestuario, las naves o las carreras en motos de luz y las reinventa, sacando partido de ellas con un estilo visual muy potente; en algunos casos recuerda a escenas de la trilogía de Matrix o incluso a episodios de las últimas películas de Star Wars.

Sam Flynn es el hijo de aquel programador de videojuegos de la primera pelicula, Kevin Flynn (Jeff Bridges). Kevin se encuentra desaparecido desde hace décadas en circunstancias misteriosas. El carácter aventurero y rebelde de Sam le lleva a descubrir el escondite de su padre en el salón de máquinas recreativas que regentaba, y esto le pone frente a frente a un ordenador que sirve de puerta para acceder al mundo digital de Tron. Una vez allí se verá forzado a luchar por sobrevivir en espectaculares juegos mortales y junto a su padre comenzará una carrera por volver al mundo real.


El espectáculo visual rinde a muy alto nivel, siempre impregnado de ese reconocible estilo de trazados rectos y luminosos, de formas geométricas básicas que componen objetos más complejos. De edificios, naves y vehículos de todo tipo que aún fuera de contexto uno podría identificar como salido del universo “Tron”. La coreografía de las escenas de acción se adapta a los tiempos que corren y se hace más vertiginosa, con un montaje mucho más virtuoso y trepidante que en la cinta original.

Por el contrario, la trama argumental es infumable de cabo a rabo. Si bien CLU ejerce más o menos bien el papel de némesis despiadado, aunque aquí al ser una producción Disney no se suelta mucho, el resto del panfleto es para mejor no pararse a pensar. El rollo zen de Flynn padre, la aparición de un amanerado villano de pacotilla (extraño papel para Michael Sheen) o la misteriosa historia de los ISOs con la siempre agradecida presencia de Olivia Wilde, no hace más que emborronar una historia bastante infantil que podría haberse mejorado bastante en manos de un guionista hábil.

Recomendable para los nostálgicos que vieron aquel Tron original en edad infantil y disfrutaron de una película de videojuegos que marcó un hito en el cine de animación.